domingo, 16 de septiembre de 2012

Huir y ser atrapado [Viñeta]

Categoría: Slash
Genero: AU
Pareja: TomxGeorg (Torg)
Clasificación: M (+16)
Disclaimer: Todos los personajes públicamente reconocibles son propiedad de sus respectivos dueños, todo lo demás es propiedad del autor. 
Notas del autor: Este pequeño fic es para worldbehindmywallth (Vania).


Resumen: Tom se siente atraído por Georg.  Lo sabe, pero se niega a demostrarlo hasta que el castaño es quien da el primer paso. 




El  rehuirlo; escapar de su presencia y evitarlo a toda costa se había vuelto rutinario.  No quería reconocer la atracción que sentía hacia una persona de su mismo sexo, de ojos verdes y cabellera larga y castaña.

Georg  y su musculatura, su sonrisa ladeada que lo hipnotizaba, su carisma y bromas que lo hacían sonreír sin mucho esfuerzo,  y sin que  los chistes sean realmente graciosos.


Aquella noche se había negado salir a divertirse, alegando el tener tareas acumuladas y exámenes que deseaba aprobar. Escusas, mentiras claras, de las cuales se había reído Bill, su gemelo, tildándolo de mentiroso.

—Estaré con Gus y Andreas en el pub de siempre, si quieres puedes ir cuando termines esas tareas tan importantes —dijo haciendo énfasis en la última palabra, antes de salir de la habitación de su gemelo.

Tom suspiró, recostándose de espaldas sobre el colchón.

Georg era como su tortura personal. El día en el que lo conoció fue gracias a su hermano, quien lo presentó como el nuevo bajista de la banda de la que él también formaba parte. El saludo que quiso decir salió entre balbuceos y sus mejillas tiñéndose de carmín por la vergüenza.

Era su más grande crush, su amor platónico.  Culpaba a sus malditas hormonas, a sus cambios de adolescente, a sus jodidos diecisiete años que le pedían experiencias. Y a pesar de que lo veía muy de niña el sentirse atraído y con miedo a decírselo, se reusaba a encarárselo a Georg y hacerlo responsable de sus “sentimientos”.

Adormecido, escuchó el golpeteo de su puerta, para luego ver a su madre ingresar con una sonrisa. Un olor a perfume dulce golpeó sus fosas nasales, haciéndole contraer el gesto.

— ¿Tom, saldrás? —negó con la cabeza repetidas veces, consiguiendo que su madre frunciera el ceño extrañada—. ¿Enfermaste?

—Dios, ¿acaso no puedo quedarme un fin de semana en casa? —dijo medio en broma, medio malhumorado—. Bill y tú deberían dejar de dudar de mí cuando quiero centrarme en los estudios.

—Oh, deja el drama —hizo un gesto con la mano, restándole importancia al asunto—. Iré a cenar con Gordon, así que tendrás que ir a traer a Bill. No quiero que ande por ahí alcoholizado.

Acercándose hacia su hijo, Simone, se despidió con un beso en la mejilla, dejándole rastros de lápiz labial, que limpió una vez vio a su madre salir de su pieza tarareando alguna melodía desconocida para sus oídos.

Pensó en dejar que su gemelo regresara solo a casa, hecho una cuba y a su suerte. Pero el soportar a  su madre y sus reclamos era lo último que deseaba.
Así que entre gruñidos malhumorados y palabras soeces se vistió lento, escogiendo ropa del montón que juntaba sobre una silla cerca a su escritorio.

Tomó las llaves de su coche, dirigiéndose a la puerta de entrada. No beberá, no tiene los ánimos, tal vez se dedique a fumar mientras espera a que Bill termine de festejar su fin de semana hablando incoherencias y arrastrando las palabras como hace cada que esta borracho. 

~

El pub está atestado de gente, la música es mala y el ambiente esta caldeado con un aroma a cigarrillos, sudor y diversión.

Ha tratado de localizar a Bill por el móvil, sin obtener respuesta.

Camina entre la gente haciéndose espacio  y busca en cada mesa que ve, pero no ve ni a sus amigos ni a su gemelo hasta que es halado por el brazo. Se ve arrastrado por un desconocido, que entre las luces multicolores y cortantes no diferencia el rostro hasta llegar a una esquina semi oscura donde se escuchan risas escandalosas.

—Eh, que puedo caminar solo —dice ni bien se detiene y logra ver a Bill riendo viendo a Andy, quien trata de limpiar sus pantalones de algún líquido que supone debe ser cerveza.

—Lo siento. Te vi medio atolondro así que opte por traerte —la voz ronca y trabada se le hizo conocida. Sus nervios se crispan y no gira a verlo, solo rechina los dientes—.  Pensé que no vendrías.

—Voy al baño —anuncia, pero nadie hace caso a sus palabras. Se encoje de hombros, resignado a caminar otra vez entre gente bailando y circulando.

Sin delicadeza, abre la puerta del baño y se dirige al lavabo. No pensó  encontrarse a Georg,  a su delirio personal, su punto débil por entre esos días.

Por un momento recordó los ensayos de la banda en donde no le dirigía la mirada por más de un minuto a Georg, donde sus conversaciones no variaban de cambios  y perfeccionamientos en alguna canción y si el ojiverde trataba de hablar más allá  que solo de música sus respuestas eran monosílabos y oraciones inentendibles.

No era inseguro, distaba de serlo, pero solo tenerlo cerca sus rodillas flaqueaban, su mejillas se sonrojaban y su pulso aumentaba.

Abrió el grifo, humedeciendo sus manos y su rostro. Planteó seriamente el dejar a su hermano, tal vez a cargo de Gustav, no lo sabía.

Un sonoro portazo se escuchó y Tom giró el rostro encontrándose con Georg entrando al baño, arrastrando los pies y una sonrisa esbozada. Se le acerca acorralando a Tom entre el lavabo y su cuerpo, con sus brazos. Suspira y siente el aliento a alcohol entre mezclado con cigarrillos.

— ¿Qué... qué ha-haces?

—Lo que he querido hacer desde hace mucho —con la lengua trabada y la voz ronca le ha susurrado en el oído—: follarte... —unos labios cálidos se amoldan a su boca, moviéndose lento y Tom corresponde al beso.

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